Desde muy joven he tenido especial empatía con las dolencias de otras personas. ¡No es justo sentirse mal y no poder disfrutar de una vida con plenitud!. A veces incluso aceptamos como normal estas dolencias y las invitamos a formar parte de nuestra vida. ¿Por qué tiene que ser así? Un simple masaje o un poco de atención alivian la carga física y emocional y nos hacen sentir mucho mejor. De aquí mi curiosidad en aprender distintas técnicas y experimentar hasta dónde pueden ayudarnos a sentirnos mejor.