Habría que empezar definiendo qué es la vida. Para mí la vida es un conjunto de experiencias. Estas experiencias pueden hacerme sentir bien o hacerme sentir mal, si me encuentro experimentando una experiencia que me hace sentir “mal” percibiré que “me va mal en la vida”.
Distinto es que, aunque me sienta bien o me sienta mal, la
experiencia puede ser buena o mala para mi vida de forma indistinta.
¿Qué significa esto?
Interpreto una buena experiencia de vida como aquella que
me aporta y aporto, y que disfruto, e interpreto una mala experiencia de vida
aquella que me quita, en la que no aporto, sufro y me saca de mi centro.
Un ejemplo simple (superficial), podría ser una experiencia
laboral que me aporta reconocimiento por parte de la empresa o mis superiores
por el trabajo o esfuerzo realizado. Esta experiencia podría percibirla como
una experiencia positiva. Al contrario, se percibiría como negativa, si ese
reconocimiento no llega tras un trabajo o esfuerzo realizado.
Pero en la vida, las experiencias positivas o negativas que nos hacen sentir que me va bien o me va mal, para mí son aquellas que están relacionadas con el sentido de mi vida.
Sentirme centrada en lo que le da sentido a mi vida, es
lo que me hace percibir que me va bien o me va mal en la vida.
Y ¿qué le da sentido a mi vida? Sentirme conectada
con la esencia de lo que somos y sentir que, a través mía, se manifiesta esa
esencia en el mundo de lo material donde experimento la vida. Es decir (en
palabras humanas) que, en cualquier experiencia de mi vida, buena o mala, ésta
me aporta o me permite aportar a los demás (sobre todo valor humano), y la
disfruto o disfruto las consecuencias de esta.
y a tí, ¿qué le da sentido a tu vida? ...